Sexo en la vejez

José Aponte ejerce la medicina hace más de 40 años y se considera un hombre sano. Lo más lógico y natural del mundo para él es disfrutar de la vida, y eso incluye su sexualidad. Es algo que quisiera hacerle entender a sus pacientes. Y los varones casi siempre están felices con la idea. Las mujeres no siempre. Algo bastante parecido observan en sus respectivas prácticas la psicóloga clínica Myralys Calaf, coordinadora de la Clínica de Salud Sexual del Hospital de Veteranos en San Juan, Puerto Rico, el gerontólogo José Rodríguez Gómez y el psicólogo clínico, terapeuta y educador sexual certificado José Pando.

Tenemos muchos mitos y tabúes en la sexualidad, y en el área de los envejecientes más todSexo en la vejezavía”, asegura Calaf. Cuando la pareja es homosexual el efecto adverso de los tabúes o juicios sociales pone una presión mayor a la sexualidad, aunque los cambios físicos se repiten.

“Me he encontrado con mucha falta de educación de personas que asumen que después de cumplir cierta edad son asexuales y no es así, la persona tiene derecho a tener una vida sexual. Muchas piensan que sexualidad es tener penetración y la sexualidad es mucho más que eso. Lo que pasa cuando la edad avanza es que hay que volverse más creativo, mientras más creativa se vuelva la pareja y más comunicación tenga, mejor. Muchas veces el tabú se convierte en que las parejas no hablan del tema, y se complica cuando los médicos y profesionales de la salud no hablan del tema”, elabora Pando.

Aponte comparte que en su consultorio “el varón busca ayuda, la mujer por lo regular, no. No sé si sea por el tabú de que la mujer es más recatada en expresarse (sobre esos temas)”, teoriza. Eso sí, revela, cuando las pacientes hablan de su sexualidad hay una queja recurrente: “mi esposo no me motiva, no me lleva”.  Por eso a juicio del médico la motivación es clave.

Comunicación mutua

Los entrevistados coinciden en que cuando ambos miembros de una pareja logran comunicarse sus deseos, gustos y necesidades, buscan la ayuda profesional que corresponda y encuentran la motivación necesaria, así como estrategias placenteras para ambos, el disfrute es mutuo. “Hemos tenido experiencias bien bonitas en pacientes adultos (mayores)”, asegura el doctor Aponte.

Explica que en términos médicos, el hombre no debe tener mayores problemas de disminución del deseo sexual o la capacidad de tener una erección a menos que sufra de alguna condición física que interfiera con la respuesta natural, como pueden ser diabetes, hipertensión o desbalance hormonal.

Sin embargo, en el caso de las mujeres a veces el declive en el deseo sexual puede estar asociado al inicio de la menopausia y los cambios hormonales que causa, lo que a su vez provoca resequedad y adelgazamiento del canal vaginal haciendo que la penetración pueda resultar dolorosa. Por eso un buen examen médico que incluya análisis de niveles hormonales tanto a hombres como a mujeres es indispensable.

Según el cuadro de cada persona será el tratamiento, que puede incluir terapia hormonal oral o tópica, es decir, en crema. Esta última suele ser buena opción para las mujeres. “Para esto el tratamiento número uno es reemplazo hormonal, suplementos de estrógeno tópicos o lubricantes. Son cambios que pasan mucho, pero hay personas que buscan opciones y pueden seguir teniendo relaciones sexuales sin problema”, asegura Calaf. Recomienda también a las mujeres buscar grupos de apoyo, conversar del tema con amigas, liberar sentimientos y compartir estrategias que les hayan funcionado.

El sexo no es todo

¿Cuál es la clave? “Es importante la comunicación en la pareja y ampliar el concepto de lo que es sexualidad. Querer tener una erección a propósito es como querer quedarte dormido a propósito, lo menos que pasa es que te quedas dormido. Es como un autosabotaje”, compara la psicóloga.

“Tienen que hablar con la pareja y entrar a esto con una mentalidad de que van a hacer otras tantas cosas que van a disfrutar también y cuando se quitan eso de la mente aparece la erección”.

“La persona tiene que aceptar ciertos cambios y reajustar sexualidad de forma adaptada a la su realidad, tanto de individuo como de pareja. No es eliminar la sexualidad. A lo mejor deja de haber sexualidad genitalizada, pero surgen aspectos de compañía. Se pueden cambar posiciones, tener sexo menos fuerte, usar lubricantes, pomadas con ciertos elementos como estrógeno, reemplazos hormonales a corto plazo o naturales, sexo sin penetración. Hay que mover la sexualidad de una genitalidad primaria a una sexualidad generalizadas, es tener relaciones con todo el cuerpo, con toda la acción social”, analiza Pando.

Fuente: EL NUEVO DÍA

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